La CSCV ha tenido su origen en los sentimientos del Sagrado Corazón de Jesús por el ser humano (Art. 1.3 de los Estatutos).
“La CSCV está presidida por el Sagrado Corazón de Jesús. Al Contemplar su Corazón vemos el amor que Él tiene por sus hijos y de esta contemplación brota nuestra vocación de amor a los demás; “sin mí ustedes no pueden hacer nada…”(Jn. 15,5). De ahí la necesidad que tenemos de
consagrarnos a su Sacratísimo Corazón (Visión Fundacional), de una manera consciente, sabiendo lo que estamos haciendo, no de una forma rutinaria. “La CSCV no puede permanecer fiel al misterio de su nacimiento si no permanece fiel - viviendo por la oración su vocación contemplativa -, a los sentimientos del Corazón de Cristo en los que tiene su origen, su fuerza y su vida” (Visión Fundacional).
Los Papas de los últimos tiempos han dirigido enfáticamente la Iglesia hacia la fuente abierta de la redención, El Corazón de Jesús:
“Para fomentar la piedad cristiana no hay nada tan oportuno y útil como este culto; es la espiritualidad más segura. Es el símbolo y la imagen sensible del amor infinito de Jesucristo” (León XIII). Consagró el mundo al Corazón de Jesús en el año 1899 y lo consideró como la obra más im
portante de su pontificado (Encíclica Annum Sacrum).
“Encierra la síntesis de todo el cristianismo y la mejor norma de vida… La Iglesia y la sociedad no tienen más esperanza que en el Corazón de
Jesús. El es quien los curará de todos los males… Es absolutamente cierto que se trata del acto excelente del cristianismo. Es la mejor manera de practicar la religión cristiana. Del Corazón de Jesús fluyen grandes corrientes de agua y salvación” ( Pío XII; Encíclica Haurietis aqua).
“Es una nueva luz, una llama de vida suscitada por el Señor para romper providencialmente la tibieza de los tiempos… Tened fija la mirada en el Corazón de Jesús, Rey y Centro de todos los corazones; aprended de Él las grandes lecciones de amor, bondad, sacrificio y piedad. Esta devoción responde más que nunca a las aspiraciones de nuestro tiempo… Es en el Corazón de Cristo que el corazón del hombre recibe la capacidad de amar” (Papa Juan Pablo II).
“Este culto debe ser estimado en grado sumo por todos como la excelente y auténtica espiritualidad que exige nuestro tiempo” (Papa Paulo VI).
El Papa Benedicto XVI presenta el Corazón Traspasado del Redentor como “manantial para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo su amor”.
En otras palabras el Papa nos dice que La devoción y culto al Corazón de Jesús es el contenido de toda la verdadera espiritualidad y devoción cristiana.
Añade el Papa: “Los dones recibidos del costado abierto de Cristo del que han salido sangre y agua, hacen que nuestras vidas se conviertan también para los demás en manantial del que manan ríos de agua viva”. Esto quiere decir que la experiencia del amor surgido del culto al Corazón de Jesús, nos protege del peligro de encerrarnos en nosotros mismos y nos hace más disponibles para los demás.
El Papa nos exhorta a que “miremos a Cristo traspasado en la cruz. Él es la revelación más impresionante del amor de Dios. En la cruz Dios mismo mendiga el amor de su criatura. Él tiene sed del amor de cada uno de nosotros… Miremos con confianza el Corazón traspasado de Jesús del que salió sangre y agua, símbolos de los sacramentos del Bautismo y de la Eucaristía. De ese modo, contemplar al que traspasaron nos llevará a abrir el corazón a los demás reconociendo las heridas infligidas a la dignidad del ser humano.
El Corazón de Cristo es el símbolo de la fe cristiana, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la Buena Nueva del amor resumiendo en sí, el misterio de la Encarnación y de la Redención.
Toda persona necesita un centro para su propia vida, un manantial de bondad y de verdad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana; necesita sentir no sólo el palpitar de su Corazón, sino el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con lossentido de la fe: ¡la presencia de Cristo Corazón del mundo!”.
El Papa nos invita a una mirada contemplativa “en silenciosa adoración, del costado traspasado de Cristo, del que salen sangre y agua que nos ayuda a reconocer la multitud de dones de gracias que de ahí proceden”.
El Vaticano II “recalca como elementos fundamentales en la espiritualidad cristiana todos los elementos constitutivos de la espiritualidad del Corazón de Jesús…” El hijo de Dios amó con corazón de hombre.. El nacimiento y desarrollo de la Iglesia están simbolizados en la sangre y el agua que manaron del costado abierto de Cristo crucificado”.
“Nos ha amado con un corazón humano. Por esta razón el Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación, es el principal indicador y símbolo del amor de nuestro Redentor (CIC, No. 478). Son muchos los santos que hicieron referencia y propagación de esta devoción: San Agustín San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, San Bernardo de Claraval,Santa Clara, San Buenaventura, Santa Gertrudis la Grande, Santa Ángela Foligno, Santa Catalina de Siena, Santa Teresa de Ávila;, San Francisco de Sales Santa Juana de Chantal, entre otros.
Pero fue en el siglo XVIII, que esta espiritualidad se propagó de manera sin precedentes con San Juan Eudes, quien unió esta devoción a la del Corazón de María. Por la misma época con Santa Margarita María de Alacoque, novicia de la visitación, a través de quien Jesús dispuso que el amor de su Corazón se propagara hasta los confines de la tierra: “ Mi Corazón Divino está tan apasionado de amor por los hombres. Mira este Corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegios, desprecio, indiferencia e ingratitud”. En el siglo XX con Santa Faustina, a quien Jesús se le reveló como la Divina Misericordia y que deseaba derramar la misericordia de su Corazón sobr
e toda la humanidad.
El Corazón de Jesús nos vincula a la Eucaristía, porque es la presencia real de Jesús; es su Corazón que se nos da. La Eucaristía es un don de su Sagrado Corazón, es el don por excelencia del amor del Sagrado Corazón de Jesús. No podemos entender la Eucaristía sin entender el amor del Corazón de Jesús. En el cap. 13 de su evangelio San Juan nos dice que Jesús amó a los suyos hasta el extremo, sin escatimar nada, hasta el extremo, no solo de morir por nosotros, sino de quedarse en un pedazo de pan. No se reservó nada, hasta el punto de darnos su Cuerpo, su Sangre y su Corazón en la cruz y sigue haciéndolo en la Eucaristía. La Eucaristía es muestra del amor y la generosidad del Sagrado Corazón.
Cuando contemplamos la Eucaristía contemplamos el Corazón que ha sido traspasado por amor, el Corazón que constantemente renueva su inmolación, su entrega y su sacrificio. Contemplamos el Corazón de Cristo que nos ha amado hasta el extremo de la cruz y de la Eucaristía.
El Papa Paulo VI decía que “El Santísimo Sacramento es el Corazón vivo de cada una de nuestras iglesias”. Y nosotros podemos decir que es el Corazón Vivo de la CSCV.
El Papa león XIII nos dijo:
“Recordad el acto supremo de amor mediante el cual nuestro Redentor, vertiendo para nosotros las riquezas de su Corazón, instituyó el adorable Sacramento de la Eucaristía para así permanecer con nosotros hasta el fin del mundo. Y ciertamente la Eucaristía, la cual hemos recibido del gran amor de su Corazón, es su Corazón, el amor de su Corazón”.
En el Corazón Traspasado es donde se encuentra el amor de Dios que desciende hacia la creación y el amor de la creación que asciende hacia Dios. Es puerta siempre abierta por donde Dios sale incesantemente de sí y desciende a sus criaturas y sus criaturas ascienden hacia Él.
Era necesaria esta herida en su costado como cuando se hace un injerto, para meternos en el Corazón mismo de Dios. Era necesaria esta herida como una fuente contenida desde hace tantos siglos, para que en torrentes se liberen de este Corazón raudales de gracia y de luz que inundan todo el universo.
Debemos beber con alegría de esta fuente que apagará la sed ardiente de las pasiones, sofocará nuestras ansias, nos quitará el deseo de placer, nos hará morir al mundo y hará nacer en nosotros el anhelo por los bienes sobrenaturales.
“Sólo el Corazón de Cristo que conoce las profundidades del amor de su Padre, ha podido revelarnos el amor de su de su misericordia de una manera tan sencilla y tan bella. Sólo el amor inefable de Dios explica la locura de la Encarnación” (CIC, No. 1439).
El amor que tenemos que tenemos que manifestar es el amor que Cristo ha depositado en nuestros corazones. Lo que significa amar con el Corazón de Cristo que se el Corazón de Dios. Aliviamos y reparamos su Corazón afligido cuando socorremos al hermano pobre y desamparado, cuando atendemos al necesitado, cuando hacemos justicia A este tipo de amor nos llama la espiritualidad del Corazón de Jesús porque así El nos ama, amar como Él amó, amar a quien Él amó.
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es una práctica que nos hace vivir de las actitudes fundamentales del cristianismo: Amor y Reparación.
El Padre Eugenio Cuskelly, MSC, da un nuevo nombre a la Devoción al Sagrado Corazón; habla de la Espiritualidad del Corazón, la cual es admirablemente adecuada para ayudarnos en nuestras dificultades cotidianas y en los momentos difíciles. Podemos pensar que cuando su costado fue traspasado por la lanza, Cristo nos dio su Espíritu y que este Espíritu pone amor en nuestros corazones y nos da la voluntad para servirle y servir a nuestros hermanos.
Esta Espiritualidad del Corazón nos lleva a examinar nuestro corazón desde la misma mirada del Corazón de Jesús con su comprensión y misericordia. Vistas así nuestras debilidades, no nos desanimamos y nos dejamos transformar y modelar por el Espíritu que brota de la herida del Corazón Traspasado.
"La nueva evangelización, unicamente podrá ser llevada a cabo por nuevos evangelizadores que han sido renovador por el espíritu de Dios y ungidos por su poder y que son testigos de que Jesús Vive".